Podrías
con el tiempo
lograr desprenderme de las tardes
[como ésta
no lo sé
Habrán días demasiado perfectos
para ser dichos con el alma
y números tan exactos
que las horas amarán perderse
[en ellas
infinitamente
Pero el brillo de las formas
[será el mismo
a pesar del polvo y la sonrisa
acumulado en lo áspero del sol
Buscarás un libro
tan extenso como tu nombre
donde poder habitar la espera
en la desnudez de un nombre ajeno
Tal vez
después de recostarte alguna noche
recuerdes que estamos tan solos
como siempre
y que una tarde como ésta
recorrimos el más íntimo destino
de una eternidad fugaz.
Erick Strada
Arequipa, 1982
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