No lo vi y no lo veo como mala suerte, simplemente creo que estuve en mis días malos de biorritmo (no lo he verificado).
El día de mi operación me levante muy temprano puesto que a las 7:30am debía estar hospitalizándome. Algo nerviosa hice mi danza geométrica para cargarme de energías y luego me metí a la ducha, ya tranquila sintiendo el agua tibia relajante y ya dispuesta a salir, mi pierna derecha (la que iba a ser sometida a cirugía) extrañamente giró sin que yo se lo ordenara, de pronto perdí el equilibrio, me sentía como una surf principiante y para no esforzar la rodilla tumorizada, simplemente me dejé caer.
Si, la caída fue fuerte y dolorosa, me golpeé mucho la cadera, espalda, cuello y brazo, verme allí tendida en el frío piso me causó mucha risa, hace cuantos años no resbalaba en la ducha y ¿Porqué justo hoy? ¿Porqué?.
Ya en la habitación, con mi bata celeste puesta, tratando de acomodarme en la camilla sin lograrlo, me di cuenta que la caída fuerte fue más fuerte de lo que pensé. El dolor no me permitía sentarme o echarme cómodamente.
Mi familia al rededor mío trataba de distraerme, las horas pasaban y no me llamaban a sala, se retrasaron todas las operaciones y la espera desespera y sin poder comer, el hambre se apoderó de mi ser.
Tres horas luego de lo programado entre a sala, sinceramente no estaba nerviosa, hablaba con los médicos y reíamos mientras esperábamos que ingresen un equipo al quirófano, pero esa tranquilidad se fue raudamente cuando me colocaron la vía en la vena.
La enfermera algo nerviosa me engancho mal la vía y se me inflamó la vena como una gran pelota, la sangre salía en abundancia y tuvieron que colocarme una segunda, mientras yo trataba de controlar el multiplicado dolor.
Ya en la camilla operatoria, esperando que me colocaran la anestesia traté de relajarme, el dolor va a pasar me decía, el dolor va a pasar…Ya en posición fetal y cantando (Om muni muni maha muni shakyamuni ye soha), escuchaba las indicaciones del médico, demoraban mucho, algo extraño sucedía.
No entra, cambia de aguja,vuelve a clavar, vuelve a clavar, vuelve a clavar, más abajo quizás, está duro, hay inflamación, vuelve a clavar, cámbiame de aguja, 1cm más, decía el doctor y yo decía ¿Porqué me caí hoy?
Ya luego de empezar a hacer el efecto de la anestesia me sentía algo mareada, los doctores me decían los procedimientos y de pronto: OK, VAMOS A COMENZAR.
Y de pronto sentí el bisturí como cortaba mi rodilla y sentí otras herramientas más, estaba aterrada, mis dientes empezaron a rechinar, todo mi cuerpo temblaba, mucho, incontrolable y de pronto el anestesiólogo vino hacia mi, me decía cosas que no recuerdo, solo escuche una voz fuerte que decía: TREINTA? SU BE LO A OCHENTAAAAA y desmayé.
Ya despierta y en recuperación me dijeron: Todo salió bien y yo solo pensaba “Adiós tumor, no regreses, gracias”.
Pase varios días en hospitalización, muy tranquila con la compañía de mi familia y algunos amigos y muy dopada con la morfina, pensé que el dolor pasaría rápido, pero no fue así.
El primer día en casa fue traumático, sin morfina tuve que dar la bienvenida al dolor, uno que jamás sentí, que jamás se lo desearía a nadie, deseaba morir, lo gritaba: ¡QUIERO MORIR POR FAVOR!
Estresada y frustrada, sin poderme mover un centímetro en la cama, solo lloraba y lloraba y trataba de soportar lo insoportable, de controlarme y equilibrar y mi familia y sobretodo CESAR me ayudaron mucho en este proceso.
Y poco a poco y con mucha paciencia estoy controlándome, dándome valor, soportando mejor el dolor, dándome ánimo a continuar (ánimo que todos los días mis amigos me entregan) y seguiré luchando y seguiré venciendo.
Estos días dolorosos y extremos fueron de mucho aprendizaje, es como si el universo me hubiese acelerado los cursos básicos de la vida a cursos avanzados, solo que ahora debo descubrir el porqué fue así y porqué ahora.
Y obviamente, debo aprobar los cursos con nota satisfactoria #WIN